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elrincondelpensamiento

crítica a este comentario tan absurdo

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Yo veo los partidos de fútbol para apreciar la belleza. No recuerdo los colores de las camisetas, ni los nombres de los equipos, mucho menos los países de donde proceden, pero sí recuerdo los apellidos de los jugadores más atractivos. Desde ahí lo conecto todo.

Para muchos mis motivaciones al apreciar el fútbol son bobas y antideportivas, pero no lo son en absoluto. De hecho el deporte nació como la excusa de los antiguos griegos para admirar la belleza física de los hombres jóvenes. La competencia y el orgullo nacional son ingredientes que llegaron luego, conforme nuestra sociedad se fue volviendo más y más hetero normativa.

El mundial de fútbol, además de ser la competencia deportiva más popular del mundo, es el certamen que reúne al Olimpo de la belleza masculina universal. Ahí se lucen el abdomen perfecto de Cristiano, la sensualidad de Piqué, la belleza angelical de Griezmann y, en el mejor de los casos, la sexy rebeldía latina de algunos vecinos brasileños o uruguayos. Ese Olimpo ha dejado fuera por casi cuatro décadas a los rostros peruanos, al punto que ya casi hemos asumido como una verdad absoluta que el peruano, tan lejos de parecerse a esos dioses del mundial, es natural e indefectiblemente feo.

Por eso, no es extraño que quienes han crecido admirando estereotipos de belleza europea, estúpidamente recomienden cambios físicos a nuestros seleccionados para verse "más guapos", lo que en verdad quiere decir, "más parecidos a los clásicos rostros europeos en los certámenes mundiales". Más parecidos a esa belleza que es, indiscutiblemente blanca y europea.

Este mundial de fútbol puede servir, no solo para gritarle al primer mundo nuestra existencia, recuperar el orgullo nacional y deleitarnos escuchando a europeos hablar del Perú (clásico placer de tercermundistas), sino, sobretodo, para mejorar nuestra percepción de nosotros mismos.

Ha llegado el momento de exteriorizar lo que ya pensamos, sin roches, sin tabúes, sin vergüenza: Que no hay piernas más espectaculares que las de Tapia, ni rostro más terso que el de Hurtado. Que no hay sonrisa más tierna que la de Flores, ni glúteos mejor trabajados que los de Advíncula. Que no hay mirada más sensual que la que se dibuja en el rostro estupendamente tallado de Trauco, ni hombre que mueva tan bien la pelvis como lo hace Yotún.

Ha llegado el momento de ser orgullosamente marrones. Hermosos y sensuales marrones. Desde el Perú, calidad de exportación para el deleite del mundo.

La sociedad no puede ser heternormativa por el hecho de que la mayoría de personas en el mundo son heterosexuales. En todo caso, las exigencias de género en los heterosexuales empeoran y generan una culpa. No me comporto como debería, entonces uno siente la sensación legítima de que está siendo disciplinado por una ideología patriarcal. Pero de ningún modo existe una heteronormatividad. Es como si dijeramos que la sociedad es diestronormativa, no es eso, sino es una cuestión económica. Ahora que haya incomprensión contra los homosexuales y contra los zurdos por ser una minoría diferente es otro cantar.

No puedes definir los parámetros de belleza de todas las personas en el mundo solo por los imaginarios construidos socialmente.






 


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Aficionado a la historia, a la literatura. Especial interés en la Edad Media y la literatura china

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